Después de leerme El Dueño de las Sombras y quedarme con la incógnita, las ganas, el escozor corrí a comprarme, muy a mi pesar, la segunda parte. No digo eso porque el libro sea malo, más bien lo contrario, sino porque me ha fastidiado todos los planes de lectura, y amenaza con seguir haciéndolo.
En la vida de Natalia, de 16 años, se avecinan cambios. Lo que le ocurre tiene relación con un pasado que no logra recordar. Un desván donde, cuando era niña, pasó un año completo con un maestro muy especial, Eblus, un diablo que la adiestró en los poderes de la oscuridad y que está perdidamente enamorado de ella. Natalia no siente nada por él, pero no tardará en comprender su poder y en utilizarlo en su propio beneficio.
Una vez más, querido lector, le advierto que se adentra en lugares peligrosos, en el caso que su pequeño cerebro de moscardón no haya alcanzado a deducir que esta es la segunda parte de una trilogía, lo que significa que se aproximan spoilers.
Por favor no os ofendáis, es que me fascina la forma de despreciarme que tiene Eblus, y quiero compartir ese sentimiento.
Una vez más, maldita sea, la sinopsis nos da a pensar que el libro está centrado en los problemas de Natalia, que como de costumbre, palidece al lado de su amante demoníaco. Así que por un lado tenemos a Natalia, la cual empieza a descubrir sus poderes de demonio o yo que sé, sus recuerdos, pero por lo general sigue siendo un bicharraco plano obsesionado con un adolescente aún más insignificante.
Porque lo que mola de la historia es Eblus. El maldito djinn que nos cuenta más de sus orígenes, mientras sufre su nueva posición de degradado en una misión suicida para rescatar al Rey de los demonios, el Señor de lo Oscuro. Y esta vez irá acompañado de un cerdito volador (me imagino el spidercerdo de los simpsons un montón) verde y maloliente llamado Kul, que dotará de humor estúpido al, ya de por sí, muy entretenido viaje por los Infiernos.
Bueno pues ya veis que me ha gustado la historia. Me fascina el salto de narrador, de primera persona en Eblus, a tercera persona de sopetonazo. Me gusta mucho el Infierno que presenta el libro, OMG que cantidad de imaginación. Y todos los demonios, son geniales. Los Tres Reyes Magos convertidos en vampiros… Acabo de hacer un spoiler, pero es que es brillante, genial, desternillante. Mira que empezaba a tenerlos muy vistos, tan buenazos como eran, y pam, soy fan de Melchor.
Y lo que más me fascina de todo es la habilidad de Care para que me interese la vida de personajes tan desagradables. Porque Eblus es un Loki, es uno de esos villanos que son malos, pero son educados y complejos, y una se enamora. Pero Natalia… tienes ganas que se la pase un poco la tontería, y aun así pasas página tras página, porque sabes que ha venido a repartir leña (no os diré si lo consigue o no, pero voy a leerme la tercera entrega solo por saber que es de ella). Agh, tantas preguntas que no puedo poner aquí para no fastidiaros la lectura.
Una vez más, sin embargo, reitero mi queja. Care sigue tirando de flashbacks para retrasar la acción y ya me empieza a cansar. Que ya no es que pasen dos cosas en el libro, y lo importando es el significado de lo que pasa, y por tanto te pego la tabarra. Y no es que me aburra, una vez más, muy fan de la historia con los Tres Reyes Magos. Sino que también quiero que avance la historia, porque para eso estoy leyendo. Y que el desarrollo de la trama, en sí, pase en un tercio del libro, mientras hacemos recapitulaciones, lo que pasó en el último libro desde otros puntos de vista, backstories de todos los nuevos personajes… Se te pasan las páginas y aún no ha hecho nada. Uff. Así que me tengo que lanzar al último libro, teniendo otros acumulándose en mi lista de lectura, para saber cómo va acabar la puñetera historia que no avanza, pero que me tiene tan enganchada.