Esto solo puedo resumirlo en una palabra: nostalgia. No por los gays que se tiran la caña a través de una mesa de juegos (bueno si, un poco también), sino porque verles jugar esos juegos que he jugado yo durante tantos años, me devuelve a una época en la Granja de Gandalf. De noches de maratones y horas de preparación de juegos, que de algún modo me quedan lejos.
Dejando la morriña a un lado, porque supongo que has venido a esto, la historia está bien formada. Los personajes son adorables, desde la incompetente de moda de Gabriel a la inocencia cuasi de primer amor de Aitor. Dan ganas de achucharlos y es un placer ver como se conocen mejor a base de juegos frikis totales.
Está novelette cuenta además con dos personajes transgéneros y un, por lo menos, bisexual (aunque no lo dice explícitamente), que otorgan una mayor visibilidad a los colectivos sin caer en estereotipos.
Pese que lo mío nunca han sido las escenas de sexo explicitas, tengo que decir que Laura las lleva con mucha gracia, además de inferir en un punto que encuentro primordial y que debería salir más a menudo en las historias cuando se alcanza este punto de la trama. El CONSENTIMIENTO. Gabriel no para de preguntar si está bien que haga esto, o si puede hacer lo otro. Es completamente respetuoso en ese sentido, y algo que me ha llegado al corazón.
Y los resultados son obvios (ATENCIÓN SPOILERS), a los dos días de conocerse ya actúan como una parejita de recién casados. Porque… ¡hablan las cosas!
Os lo recomiendo encarecidamente, y mira que a mí el romántico me suele chirriar. Yo sin duda los tomaré como base para escribir mis relaciones.
Una respuesta a “Historias que inspiran: No rulebook for flirting”